The Sweetest Oblivion
Ella es una romántica de corazón, que vive en el mundo menos romántico...
Apodada La Dulce Abelli por su naturaleza dócil, Elena sonrÃe en el momento justo y tiene una respuesta encantadora para todo. Ella es la hija favorita, la perfecta principessa de la mafia... o era.
Ahora, todo lo que puede ver en el reflejo del espejo es sangre manchando sus manos como pintura carmesÃ.
Dicen que las primeras impresiones lo son todo...
En las turbias aguas del inframundo de Nueva York, la hermana de Elena está dispuesta a casarse con Nicolás Russo. Un Made Man, un jefe, un tramposo, incluso comparado con los estándares de la mafia. Su reputación se extiende por todas partes y es más oscura que sus trajes y corbatas negras. Después de que su primer encuentro con ella termina con una mirada accidental de su parte, se da cuenta de que es tan grosero como guapo.
No le gusta el hombre ni nada de lo que él representa, aunque eso no impide que su corazón palpite como la lluvia contra el cristal cuando él está cerca, ni el escalofrÃo que recorre su espina dorsal ante el sonido de su voz.
Y siempre está cerca. Diciéndole qué hacer. Haciéndola sentir más caliente de lo que cualquier futuro cuñado deberÃa. Elena puede ser La Dulce Abelli en el exterior, pero está empezando a aprender que le gusta la oscuridad, las manos ásperas, los cigarrillos y los ojos color whisky. Sin embargo, habiendo escapado ya de un escándalo, difÃcilmente puede permitirse el lujo de verse arrastrada por otro.
Además, aunque fuera suyo, todo el mundo sabe que no te enamoras de un Made Man... ¿verdad?
The Maddest Obsession
Ella teme a la oscuridad.
Él la gobierna.
Sus vestidos son demasiado ajustados, sus tacones demasiado altos. Se rÃe demasiado fuerte, come sin decoro y confunde la mayorÃa de los dichos de los libros. La mayorÃa no saben que es solo un disfraz brillante, para ocultar un ataque de pánico.
Nadie puede romper la fachada de Gianna... nadie de todos modos, hasta que él venga.
La mayorÃa ve un modelo de moralidad; un agente especial que defiende la ley. En el inframundo de Nueva York, lo conocen como un estafador, un asesino, con una naturaleza tan frÃa como el corazón de hielo en su pecho. Christian Allister siempre ha seguido el plan de vida que habÃa imaginado en su juventud, bajo las duras luces de una celda frÃa y húmeda. Con una inclinación por el orden y el número tres, nunca ha tenido la tentación de desviarse del rumbo. Pero quizás nunca se deberÃa decir nunca...
En una noche de invierno sus vidas se entrelazan. Ella lo odia, odia su comportamiento frÃo, su arrogancia y su ojo demasiado perspicaz, pero a lo largo de los años, incluso cuando sus juegos consisten en insultar la apariencia y la inteligencia del otro, ella comienza a vivir para jugar con él.
En ningún lugar de los planes de Christian se habÃa preparado para Gianna. Ella es el caos encarnado, no es su tipo, y está casada, pero nada de eso puede evitar que sus ojos la sigan a donde quiera que vaya.
Desde el principio, ella ni siquiera sabe que es suya, su frustración, su fascinación.
Su obsesión más loca.
The Darkest Temptation
Una adivina le dijo una vez a Mila que encontrarÃa un hombre que la dejarÃa sin aliento. Se abstuvo de decirle que serÃa literalmente mientras Mila corrÃa por su vida.
Habiendo hecho siempre lo que se espera de ella, Mila se viste de gala, sólo sale con universitarios con antecedentes ejemplares, y no hace preguntas.
No sobre las ausencias de su padre o su negativa a dejarla poner un pie en su lugar de nacimiento, Rusia.
Asfixiada por las reglas y las preguntas sin respuesta, Mila hace lo que siempre ha querido. Se sube a un avión a Moscú.
Nunca esperó enamorarse de un hombre en el camino. Uno con una riqueza inexplicable, tatuajes en sus manos y secretos en sus ojos. Pero no tarda mucho en convertirse en una caricia brusca que amortigua sus gritos.
La venganza es un plato que se sirve mejor frÃo. Por desgracia, el invierno ruso es el más frÃo de todos, y Mila pronto aprende que la única forma de escapar intacta es hacer lo imposible y descongelar el corazón de su captor.
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